lunes, octubre 09, 2006
En AL falta calidad periodística : Daniel Santoro
Por: Marcela Turati y Pascal Beltrán del Río09/10/2006
Un periódico que da información de calidad, ayuda al lector a decidir y a construir ciudadanía, afirmó el periodista argentino Daniel Santoro, famoso por sus investigaciones de corrupción.
En su visita a Excélsior, el experto en periodismo de investigación reflexionó sobre cómo construir un periodismo de calidad en América Latina, el problema de las filtraciones a la prensa, la necesidad de los códigos de ética y de profesionalizar las redacciones, así como la declaracionitis y otros vicios.
Santoro es subjefe de la sección política del diario Clarín, donde publicó su trabajo sobre la venta ilegal de armas a Ecuador que ganó el Premio Internacional de Periodismo Rey de España en 1995, y el cuál amplió en el reportaje "El traficante de armas", que le valió ser finalista del premio de Cemex y la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, de la cual es maestro. Viajó a México para impartir un taller de Periodismo de Investigación organizado por la Fundación Prensa y Democracia (Prende).
–Se discute mucho entre los periodistas el tema del periodismo de calidad y cuáles son los estándares a los que debemos aspirar los comunicadores latinoamericanos.
–Creo que hay una carencia en América Latina sobre estándar de calidad: primero, hay una carencia en cuanto a códigos de ética o un decálogo de ética escrito, que se renueve, que se comparta a toda la redacción, porque últimamente parece que hay tanta laxitud, todo se vale y está permitido, más en el marco de las fuentes anónimas.
Si se aplicara lo que viene en libros como éste, sobre todo en el tema de manejo de fuentes de la información, hay una tendencia a la información con base en fuentes anónimas. En los 70 había un privilegio de usar fuentes anónimas, como en el caso de Garganta Profunda y no era obligatorio dar el nombre de la fuente, pero ahora se habla en libros como éste de cómo citar, cuándo decir, cuándo poner comillas, y podemos hacer una lista de elementos que ayudan a la calidad.
–¿Cuál es la raíz de los problemas para establecer estos estándares?
–Los periodistas se dedican a reproducir: ‘agregó’, ‘señaló’, y ahí se termina la historia, ni siquiera hay contexto o interpretación. En la medida en que los medios de comunicación se dediquen a temas propios podremos acercarnos a la construcción de la agenda del debate diario. Se necesita una agenda diaria, con temas propios, con temas especiales, investigaciones periodísticas rigurosas.
En los 90 hubo un debate a nivel americano del periodismo que tenía sólo como función informar, formar y entretener y ser el fiscal del poder -como se decía en Estados Unidos- ser el perro guardián de la democracia. Esto fue un debate que vino junto con el combate a la corrupción (...) En América Latina hay muy pocos códigos de conducta de los empresarios, pero los códigos piden separar la pared de la opinión de la pared de la publicidad, y eso no se hace en los medios de comunicación.
La opinión pública también está saturada con investigaciones periodísticas falsas, de impacto que no son investigaciones, no están sostenidas por fuentes, o son producto de una operación política. Se necesita crear una cultura de periodismo de investigación fuerte, como la que existe en EU o Europa, para tener periodistas capacitados.
–En México estamos viendo mucho una ola de filtración, de grabaciones ¿podemos blindarnos de ellas o cómo usarlas?
–Nuestra primera lealtad es con el lector. Obviamente no vas a decir: "el jefe de inteligencia dijo off the record tal cosa", pero sí vas a mencionar que te dieron esta información. Y en la filtración la información no estaba confrontada, uno tiene la obligación moral de hablarle al afectado y preguntarle su opinión. Si me preguntan a qué hora hay que llamarlo, si 10 minutos antes del cierre o tres horas antes, eso depende si juega limpio o sucio. Uno debe conocer con quién está jugando, siempre que uno está hablando con alguien y le tiene buena fe o que no te va a jugar en ese sentido cabe la posibilidad del descaro, porque si no uno también tiende a hacer el trabajo de detective siempre cuando lee los diarios, cómo veo los expedientes secretos en las manos de un periódico, hay que tener mucho cuidado.
–Hay una adicción a las declaraciones, ¿por qué esta sobreabundancia en el periodismo latinoamericano?
Porque se hace poco esfuerzo, somos pocos los que vamos a buscar la documentación, la mayoría cree que con la memoria y con el google se hace una nota, y no es así. No se trata de eliminar las declaraciones oficiales, sino interpretar, poner contexto. Hay un problema de cultura periodística: las radios reproducen lo que pasó, los noticieros de la tarde no tienen información nueva, excepto que haya una transmisión en directo. No hay una cultura de construcción de agenda, lo que está en el diario es lo que quiere el gobierno, y hay que romper ese círculo vicioso. Cuando uno se capacita, ve temas nuevos que le interesan al lector y puede explicárselos, hacer una agenda propia y variada, sobre todo en la medida de que cada vez hay lectores más críticos.
–¿Cómo abrir las redacciones para que la gente fiscalice nuestras decisiones?
–Está el modelo de defensor del lector, que le permite que reclame y es para complementar la sección de "carta al director", porque un medio no puede publicar todas las cartas. El modelo consiste en contratar por un año a un periodista que no dependa de la redacción, sino del dueño, y al cual está prohibido invitarle una copa. Así, si el lector se queja de una nota, él evalúa y publica una nota en donde dice que me equivoqué o no y da sus motivos. El asunto es que el lector sienta que participa en mejorar la calidad de la información. Pero hay una cultura de no rectificarse o publicar la carta aclaratoria en un espacio que no lee nadie.
Otro mecanismo son los Observatorios de Medios, porque si la prensa es el perro guardián de la democracia, quién controla al perro guardián de la democracia. En ese espacio se debaten las noticias, cómo fueron publicadas o por qué no se publicaron. El problema es que en estos observatorios a veces están en manos de "mediafóbicos" y no hay posibilidad alguna de diálogo.
Y otra medida que ayudaría a la transparencia es que se publicara anualmente la lista de quiénes compran publicidad en el medio y quiénes son los accionistas, para transparentar, de la misma manera en la que le se lo pedimos al gobierno.
–Pareciera que la gente pone más atención a las filtraciones que a las investigaciones propias.
–La ciudadanía que reclama reportajes de calidad es una minoría en nuestro país, pero nuestra responsabilidad como periodistas es no caer en reproducir operaciones políticas como parte del poder. Es una tentación muy grande porque algunos que deciden con base al rating o a la circulación, lo otro es más dur buscar historias verificables e información seria. Si eligimos esta profesión no es para bastardearla con ese tipo de operaciones de prensa amarilla. La idea del periodismo es tratar de mejorar la calidad de la democracia y también de la sociedad, del lector, no menospreciarlo.
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