viernes, marzo 31, 2006

sábado, marzo 18, 2006

Historia de Catemaco



La capital mundial de los Chamanes
En el Cerro del Mono Blanco se celebra el primer viernes de marzo la Convención Anual de Brujos, a la que asisten miles de turistas nacionales y extranjeros a presenciar los extraños conjuros que lanzan chamanes, adivinos y pitonisos, en medio del olor penetrante del copal, la albahaca, la ruda y el romero
Lugar de peregrinaje para abrir los caminos del amor, la riqueza y la salud
KARLA Rodríguez/enviada
Famoso por los brujos, curanderos y chamanes de la región tuxtleca, Catemaco es un pueblo ubicado al sureste del país que nació -como el ave Fénix- de entre las cenizas que dejo la erupción del volcán San Martín, alrededor del año 1615, de ahí que su nombre signifique "lugar de casas quemadas". Aunque se desconoce cuál es el origen que confirió a esta población su carácter místico, los lugareños ofrecen varias explicaciones, todas ellas diferentes. Para algunos todo empezó cuando fue asesinado el único mono blanco de la región, que transfirió su sabiduría a un mago. Otros juran que fue un hombre llamado Gonzalo Aguirre el que trajo la brujería al pueblo. Los más se encuentran convencidos de que fue la misma geografía la que obligó a los habitantes a utilizar la enorme variedad herbolaria de la zona en labores curativas.Lo cierto es que la verdadera tradición de aliviar con hierbas a los enfermos, hoy solamente es practicada por los ancianos de Catemaco, como el llamado Maestro Mano Blanca, quien dice curar desde problemas del riñón hasta un dolor de cabeza, aunque su familia asegura que el viejo más bien "se volvió loco".Y es que en Catemaco casi cualquiera afirma poder curar el mal de ojo, leer las cartas, desatar los maleficios o en su defecto prepararle un amuleto que le ayude a evitar las envidias, no sin antes pasar por una limpia para "abrir" los caminos del amor, el dinero y la salud.Sin embargo, los mismos pobladores de la región reconocen que existe mucha charlatanería, pero antes refieren que los buenos hechiceros están relacionados con Gonzalo Aguirre, que hizo de la brujería en este lugar una verdadero imán que atrae el interés de turistas y curiosos de prácticamente todo el mundo.En este sentido, aunque los datos del gobierno municipal revelan que existen censados más de 230 brujos en la zona, la realidad es que muy pocos son reconocidos como efectivos, entre los cuales se encuentran Nicolás Chagala, considerado el más poderoso, y un hombre que se hace llamar Lobo Negro, quienes fueron ayudantes de Gonzalo Aguirre.Asimismo, existen los que se dice que nacieron de una bruja-nagual, que son los hermanos Gueixpal: Julián, conocido como Salto del Tigre; Tito, a quién le llaman el Poder Negro, además de Apolinar y Pedro. Un oficio rentable. De acuerdo con los pobladores, algunos de estos hechiceros alcanzaron notoriedad gracias al Congreso Anual de Brujería que se realiza desde hace varios años el primer viernes de marzo, en el mítico Cerro del Mono Blanco, donde cuenta la leyenda que habitaba el único primate de la región que, al ser asesinado, cedió su alma y su conocimiento al primer brujo, de quien aún hoy se desconoce su nombre.Empero, para el presidente municipal de Catemaco, Salvador Guerrero, que confiesa nunca haber recurrido a un brujo, la historia de esta tradición es un tanto diferente, pues él asegura que el pueblo se convirtió en un lugar de brujos "simple y sencillamente por su ubicación geográfica, que proporcionó las condiciones propias para los ritos y ceremonias satánicas".
"En un principio, la gente empezó a encontrar en las cercanías al lago de Catemaco hierbas medicinales, propagando la idea de que éste era un pueblo de médicos herbolarios, mejor conocidos como curanderos. A través del tiempo se fue distorsionando un poco la tradición, hasta llegar a los actualmente llamados brujos, que han decidido lucrar con este tipo de actividades."En este sentido, el oficio de brujo es uno de los más rentables en este apacible poblado veracruzano. Así lo prueba la casa de Pedro Gueixpal, ubicada en la calle de Hidalgo número 2, en la colonia Lindavista, que es una residencia lujosa y se encuentra celosamente protegida por un sistema de alarma.Al entrar en contacto con los brujos es difícil precisar quiénes son los charlatanes, sobre todo porque es notorio que a estos personajes -que venden maleficios, conjuros y limpias- no les gusta hablar de sus poderes, como lo demuestra Pedro Gueixpal Cobix, quien con ciertas reticencias finalmente acepta relatar a Gente algunas aristas de su actividad.En un cuarto lleno de sábilas en las que cuelgan milagritos, botes con albahaca, cuadros de santos, cientos de fotografías de pacientes supuestamente curados, muñecos de trapo, veladoras y botellas de múltiples colores, el brujo de magia blanca asegura que él se dedica a curar ayudado únicamente por la fe de la persona y con el permiso de Dios.En la lista de pacientes de la familia Gueixpal se encuentran los artistas Verónica Castro, Niurka, Fernando Colunga, Araceli Arámbula, Lolita Ayala, Otto Sirgo, Carmen Salinas, Adriana Fonseca, Miguel Palmer, Blanca Sánchez, el comunicador Nino Canún, el cantante Pedro Fernández, así como los ex presidentes José López Portillo y Ernesto Zedillo, además de los comentaristas deportivos Javier Alarcón y Enrique El Perro Bermúdez.
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Entre el bien y el mal. Curiosamente, en Catemaco la mayoría de los brujos son católicos, acuden a misa de manera regular y aseguran que utilizan el poder divino para hacer el bien. Sin embargo, entre los de cierta fama, una minoría asegura ser representante de Satanás, como Gilberto Rodríguez Pereira, mejor conocido como El Diabólico, quien se dedica a elaborar conjuros para dañar a las personas o para buscar la protección en la política y los negocios.Renuente como todos los brujos a dar explicaciones, en una de las pocas entrevistas que El Diabólico ha otorgado, afirmó que a su espacio de invocación de magia negra han llegado decenas de políticos veracruzanos y del Distrito Federal, entre ellos el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, a quien dijo, sin más detalles, le entregó un amuleto de buena suerte.A todo esto, Pedro Gueixpal detalla que las limpias que él realiza no están en contra de la Iglesia. "Dios también curó con hierbas, entonces no puede ser malo", dice Gueixpal. No obstante, monseñor Bonifacio Rivas Sosa, canciller de la diócesis de San Andrés Tuxtla, de manera amable nos recibe en sus oficinas ubicadas en el centro de Catemaco, justo frente a la iglesia de la Virgen del Carmen. De entrada, descarta por completo que la brujería exista, luego de afirmar que de los 62 años que ostenta, por lo menos 40 los ha dedicado a estudiar este fenómeno. "He viajado a muchas partes y en Cuba, donde existen los mejores santeros de vudú, fui testigo de los múltiples intentos de los brujos por derrocar, enfermar o dañar al presidente Fidel Castro, situación que se repitió incluso en Miami, donde se pagaron miles de dólares para dañar al dictador, todo ello sin éxito", comenta.Según algunas leyendas transmitidas por medio de la tradición oral, el origen de Catemaco se remonta al año de 1914, cuando un pescador llamado Juan Antonio Catemaxca se encontró en una piedra, cerca al lago, a la Virgen del Carmen, que dejó marcada la huella de su huarache en ese sitio al que los turistas y devotos acuden para venerarla. Sin embargo, el párroco Bonifacio Rivas Sosa desmiente esta historia."La verdad de las cosas es que la virgen que se venera aquí fue traída por unos misioneros carmelitas que decidieron dejarla aquí, para que la cuidaran."Por si alguna duda quedara, el también Vicario Judicial acota "La Virgen del Carmen fue hecha con base en la imagen de otra virgen que se encuentra en Barcelona, además de que el templo se erigió hasta 1970 y no en 1914, cuando dicen que se le apareció a Juan Catemaxca".
Sorpresivamente, es dentro de la iglesia de la Virgen del Carmen donde se lleva a cabo un extraño ritual, que para monseñor Rivas Sosa tiene su origen en una tradición milenaria. "La gente que visita a la Virgen del Carmen acostumbra frotar su cuerpo con flores de albahaca mientras le reza para pedirle algún favor. Esto se llama hacer una limpia", señala. A pesar de que las "limpias" se relacionan comúnmente con la brujería, el padre Bonifacio Rivas explica que "hace muchos años, los misioneros franciscanos enseñaron a los indígenas que era necesario limpiar la casa cuando alguna persona importante llegara de visita. De igual forma cuando uno recurría a la virgen o a los santos uno debía procurar ir limpio y presentable ante los ojos de Dios". Como dato curioso, el padre afirma, que la Iglesia ha aceptado de tal forma esa práctica de humildad que, durante la última visita del Papa Juan Pablo II, un grupo de personas se acercó al Sumo Pontífice con el objetivo de realizarle un limpia con flores de albahaca, gesto que el Santo Padre aceptó y agradeció. El bien y el mal, unidos contra proyecto panista para prohibir la brujería. Un proyecto del legislador local panista, Ángel Deschamps Falcón, para reformar el Código Penal de Veracruz y tipificar a la brujería como delito, ha puesto en pie de lucha a Catemaco, y ha logrado lo que parecía imposible, unir a las fuerza del bien y del mal en un frente común para frenar la propuesta.Según el texto de la iniciativa, se podría aplicar de uno a 5 años de prisión y una multa de hasta 300 veces el salario mínimo para los yerberos, curanderos, chamanes, esoteristas, astrólogos, adivinos, magos, espiritistas, brujos y cartomancianos, "que engañen a la gente haciéndole creer que la curan".En este sentido, los brujos consideran que Acción Nacional debe analizar bien las cosas, porque, además de que atenta contra la libertad de creencias y pensamiento, no pueden eliminarlos nada más porque sí, y advierten: "No se les desea ningún mal, pero ellos deben saber que mucha gente estará en contra de esta iniciativa porque ahuyentará a los turistas."Más aún, algunos brujos han amenazado con lanzar un arsenal de conjuros y maldiciones contra el legislador blanquiazul si continúa en su empeño.Los propios comerciantes y prestadores de servicios turísticos de Catemaco, que se benefician con las peregrinaciones permanentes de personas de todos los niveles sociales, tanto del país como del extranjero, consideran que se trata de un proyecto inadecuado que podría tener consecuencias funestas para esta localidad, la "capital de la brujería".Tan sólo cada primer viernes de marzo visitan Catemaco unos 15 mil turistas, mientras los albergues de la ciudad cuentan con 650 habitaciones.El guía de turistas, Carlos Ramírez Fonseca, no esconde su temor por esa iniciativa panista, pues asegura que la gente sólo va a Catemaco atraída por los brujos.
Fotos: Gabriela Romero/Gente

domingo, marzo 05, 2006

Julio Cortazar


Tú mas profunda piel
Cada memoria enamorada guarda sus magdalenas y la mía -sábelo allí donde estés- es el perfume del tabaco rubio que me devuelve a tu espigada noche, a la ráfaga de tu más profunda piel. No el tabaco que se aspira, el humo que tapiza las gargantas, sino esa vaga equivoca fragancia que deja la pipa en los dedos y que en algún momento, en algun gesto inadvertido. asciende con su látigo de delicia para encabritar tu recuerdo, la sombra de tu espalda contra el blanco velamen de las sábanas.
No me mires desde la ausencia con esa gravedad un poco infantil que hacía de tu rostro una máscara de joven faraóna nubia. Creo que siempre estuvo entendido que sólo nos daríamos el placer y las fiestas livianas del alcohol y las calles vacías de la medianoche. De ti tengo más que eso, pero en el recuerdo me vuelves desnuda y volcada, nuestro planeta más preciso fue esa cama donde lentas, imperiosas geografías iban naciendo de nuestros viajes, de tanto desembarco amable o resistido, de embajadas con cestos de frutas o agazapados flecheros, y cada poza, cada río, cada colina y cada llano las ganamos en noches extenuantes, entre oscuros parlamentos de aliados o enemigos ¡ Oh viajera de ti misma máquina de olvido! Y entonces me paso la mano por la cara con un gesto distraído y el perfume del tabaco en mis dedos te trae otra vez para arrancarme a este presente acostumbrado, te proyecta antílope en la pantalla de ese lecho donde vivimos las interminables rutas de un efímero encuentro.
Yo aprendía contigo lenguajes paralelos; el de esa geometría de tu cuerpo que me llenaba la boca y las manos de teoremas temblorosos, el de tu hablar diferente, tu lengua insular que tantas veces me confundía. Con el perfume del tabaco vuelve ahora un recuerdo preciso que lo abarca todo en un instante que es como un vórtice, sé que dijiste: ( Me da pena ), y yo no comprendí porque nada creía que pudiera apenarte en esa maraña de caricias que nos volvía ovillo blanco y negro. lenta danza en que el uno pesaba sobre el otro para luego dejarse invadir por la presión liviana de unos muslos, de unos brazos, rotando blandamente y desligándose hasta otra vez ovillarse y repetir las caídas desde lo alto a lo hondo, jinete o potro, arquero o gacela, hipogrifos afrontados, delfines en mitad del salto. Entonces aprendí que la pena en tu boca era otro nombre del pudor y la vergüenza, y que no te decidías a mi nueva sed que ya tanto habías saciado, que me rechazabas suplicando con esa manera de esconder los ojos, de apoyar el mentón en la garganta para no dejarme en la boca más que el negro nido de tu pelo.
Dijiste: ( Me da pena, sabes ) , y volcada de espaldas me miraste con ojos y senos, con labios que trazaban una flor de lentos pétalos. Tuve que doblarte los brazos, murmurar mi último deseo con el correr de las manos por las más dulces colinas, sintiendo cómo poco a poco cedías y te echabas de lado hasta rendir el sedoso muro de tu espalda donde un menudo omóplato tenía algo de ala de ángel mancillado. Te daba pena, y de esa pena iba a nacer el perfume que ahora me devuelve a tu vergüenza antes de que otro acorde, el último , nos alzara en una misma extremecida réplica. Sé que cerré los ojos, que lamí la sal de tu piel, que descendí volcándote hasta sentir tus riñones como el estrechamiento de la jarra donde se apoyan las manos con el ritmo de la ofrenda; en algún momento llegue a perderme en el pasaje hurtado y prieto que se negaba al goce de mis labios desde tan allá, desde tu país de arriba y lejos, murmuraba tu pena una última defensa abandonada.
Con el perfume del tabaco rubio en los dedos asciende otra vez el balbuceo, el temblor de ese oscuro encuentro, sé que mi boca buscó la oculta boca extremecida el labio único ciñéndose a su miedo, el ardiente contorno rosa y bronce que te libraba a mi más extremo viaje. Y como ocurre siempre, no sentí en ese delirio lo que ahora me trae el recuerdo desde un vago aroma de tabaco, pero esa musgosa fragancia, esa canela de sombra hizo su camino secreto a partir del olvido necesario e instantáneo, indecible juego de la carne que oculta a la conciencia lo que mueve las más densas , implacables máquinas del fuego. No eras sabor ni olor, tu más escondido país se daba como imagen y contacto, y sólo hoy unos dedos casualmente manchados de tabaco me devuelven el instante en que me enderecé sobre ti para lentamente reclamar las llaves de pasaje, forzar el dulce trecho donde tu pena tejía las últimas defensas ahora que con la boca hundida en la almohada sollozabas una súplica de oscura aquiescencia, de derramado pelo. Más tarde comprendiste y no hubo pena, me cediste la ciudad de tu más profunda piel desde tanto horizonte diferente, después de fabulosas máquinas de sitio y parlamentos y batallas. En esta vaga vainilla de tabaco que hoy me mancha los dedos se despierta la noche en que tuviste tu primera, tu última pena. Cierro los ojos y aspiro en el pasado ese perfume de tu carne más secreta, quisiera no abrirlos a este ahora donde leo y fumo y todavía creo estar viviendo.
Julio Cortázar